Si eres masajista o estás pensando en serlo, quiero hablarte de un par de cosas que quizá no se comentan tanto. Y es que, dar un buen masaje es mucho más que solo tener técnica: es también saber cuidarte a ti mismo en el proceso. Si después de cada sesión terminas con las manos cansadas, la espalda rígida o, peor, todo el cuerpo dolorido, entonces hay algo que podrías estar haciendo de manera menos óptima.
Voy a contarte dos claves muy importantes que muchos pasamos por alto cuando estamos comenzando: calentar las manos antes de un masaje y cuidar nuestra postura durante toda la sesión. Créeme, si te tomas en serio estas dos cosas, notarás una diferencia brutal tanto en la calidad del masaje como en cómo te sientes después.
La importancia de calentar las manos
Piénsalo un segundo. Vas a trabajar con tus manos, ¿no? Pues calentarlas antes de empezar el masaje es clave. Y no, no es solo cuestión de que se sientan más agradables para la persona que recibe el masaje (aunque también), sino de preparar tus propias manos y muñecas para el trabajo que van a hacer. Es como cualquier actividad física: nadie empieza a correr sin un calentamiento previo. Pues con las manos pasa lo mismo.
El masaje es trabajo físico, aunque parezca que solo estás moviendo las manos. Calentar las manos activa la circulación, flexibiliza las articulaciones y despierta los músculos que vas a estar usando. De esta forma, puedes trabajar con más fuerza y precisión sin hacer tanto esfuerzo, y evitas tensiones y dolores en las muñecas, los dedos y el antebrazo.
Un simple calentamiento puede ser tan básico como frotarte las manos entre sí, hacer unos movimientos circulares con las muñecas o apretar y soltar los dedos varias veces. Es rápido, sencillo y de verdad cambia cómo te sientes durante y después del masaje.
¿Por qué a muchos masajistas les duele todo después de una sesión?
Este es un tema serio. Mucha gente que empieza en el mundo del masaje no sabe cómo posicionarse correctamente o cómo aplicar la fuerza de manera que no se sobrecarguen los músculos. Al final, el cuerpo lo nota, y es cuando aparecen esos dolores que acaban desanimando a cualquiera.
Cuando empiezas a dar masajes, es fácil que te encuentres usando solo las manos y los dedos, olvidándote del resto del cuerpo. Esto hace que, al cabo de un rato, termines con las muñecas cansadas, los hombros tensos y hasta la espalda dolorida. No es necesario, y no debería pasar.
La clave está en aprender a usar todo el cuerpo, no solo las manos. La fuerza no debería salir solo de los dedos, sino de una alineación correcta del cuerpo, aprovechando el peso y la postura para hacer que cada movimiento sea más fluido y menos exigente. Y esto, te lo aseguro, es algo que se aprende con la técnica adecuada.
¿Por qué con nosotros aprenderás a evitar estos problemas?
Mira, en nuestra formación no solo vas a aprender técnicas de masaje. Te vamos a enseñar cómo cuidar tu propio cuerpo, porque dar masajes es algo que quieres poder hacer durante años, sin que termine siendo un problema para ti. No se trata solo de que el cliente esté a gusto, sino de que tú también te sientas bien.
Estudiando con nosotros, aprenderás desde los fundamentos de cómo calentar y preparar tus manos hasta cómo posicionarte correctamente para que el masaje sea cómodo para ti y efectivo para el cliente. Trabajamos mucho en temas de postura, de ergonomía, y en cómo repartir el peso para que toda la fuerza no recaiga en las manos. Esto es lo que marca la diferencia entre un masajista que acaba el día agotado y uno que puede hacer una jornada larga sin problemas.
Aquí no solo te enseñamos técnicas, sino también cómo aplicarlas de una forma que te permita disfrutar del masaje sin sufrir físicamente. Porque, si dar un masaje acaba haciéndote daño, algo no se está haciendo bien. Y eso, sinceramente, queremos evitarlo.
Si quieres hacer del masaje tu profesión, empieza con una buena base
Así que, ya sabes. Si quieres entrar en el mundo del masaje y hacerlo bien desde el principio, la formación lo es todo. No se trata solo de aprender movimientos y técnicas, sino de entender cómo funciona el cuerpo (el del cliente y el tuyo) para que cada sesión sea un beneficio mutuo.
La próxima vez que pienses en dar un masaje, recuerda calentar tus manos y preparar tu postura. Son pequeños detalles, pero que marcan una diferencia enorme. Y si quieres aprender a hacer las cosas de la mejor forma posible, aquí estamos para enseñarte. Estudia con nosotros y comienza a dar masajes que no solo sean efectivos, sino también cómodos para ti.
Nos vemos en clase.
Un abrazo.
Pere Mompó