El corazón no solo late, también siente
En osteopatía siempre hablamos de la conexión cuerpo-mente, y el corazón es un buen ejemplo. Todo el mundo dice que el corazón está ligado a las emociones, y no es solo poesía. Cuando pasamos por un susto, un disgusto o una pérdida, el cuerpo lo refleja y el corazón lo nota.
El pericardio (esa “funda” que envuelve el corazón) es como el guardaespaldas emocional. Ante un shock, se tensa, el pecho se encoge, los hombros se van para adelante… vamos, que el cuerpo entra en modo protección. El problema viene cuando esa tensión se queda ahí tiempo: sensación de opresión, respirar mal, ansiedad, insomnio o molestias digestivas que no tienen nada que ver con una úlcera ni nada parecido.
Cuando en consulta trabajamos esa zona y liberamos la fascia torácica o el pericardio, los pacientes suelen decir: “Uf, qué alivio, como si me hubieran quitado un peso de encima”. Y ojo, no es magia: liberar el cuerpo ayuda a soltar la emoción que estaba atrapada.
Las medicinas tradicionales ya lo decían a su manera. En la china, el corazón guarda la alegría y el pericardio lo protege. En la ayurvédica, el chakra del corazón (Anahata) es el centro del amor y la conexión. Yo no me tomo esto de forma literal, pero sí me fijo en cómo una emoción fuerte cambia la postura, la respiración y la tensión del pecho.
La medicina actual también lo confirma. Existe el síndrome del corazón roto: un disgusto fuerte puede dejar al corazón tocado, imitando un infarto. Y sin ir tan lejos, el estrés crónico hace de las suyas: hipertensión, arritmias, palpitaciones… muchas veces sin lesión estructural, pero con un sistema nervioso quemado.
En consulta veo jóvenes con palpitaciones benignas que mejoran con técnicas muy sencillas: liberar el diafragma, trabajar el mediastino o hacer algo de craneosacral. Lo que conseguimos es que el sistema nervioso deje de estar en modo guerra permanente.
Hoy incluso medimos esto con la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC). Cuanto más alta, más adaptable y tranquilo está tu cuerpo. Y sí: la respiración coherente, la meditación y las técnicas manuales osteopáticas ayudan a subirla.
En resumen: el corazón no solo bombea sangre. También guarda emociones, responde a ellas y a veces se queda atrapado. Con la osteopatía podemos ayudar a liberar tanto lo físico como lo emocional. Así que cuando alguien dice “tengo el corazón en un puño”… puede que no vaya tan desencaminado.+
Todas estas cosas, las conversamos en el curso de osteopatía certificado que impartimos en Valencia
